25- Una Enseñanza Sobre la Atracción Sexual


Salía una vez un guru de viaje
Y antes de partir le dijo a su discípulo:
“Sigue adelante con tu aprendizaje
Y en lo que ahora te diré sé muy estricto:

Como eres un estudiante célibe
Debes cuidar tu mente y sentidos
No dejes entrar aquí a mujeres
Sé firme en esto, por tu bien lo digo

Pues la mujer es como el fuego
Y el hombre como mantequilla
Por ello al reunirse no es bueno
Si no es en la forma de vida

No puede el hombre estar a solas
Ni con la madre ni con la hija
El Veda tal posición toma
Para prevenir la desdicha

Los sentidos son como el viento
De incontenibles e impetuosos
Hasta al hombre de conocimiento
Dañan su carácter virtuoso

Por eso cuídate hijo mío
Mira que el Veda es muy sabio
Los hombres sólo han sufrido
Por no ponerse en sus manos...”

“Así lo haré Guru divino”
-dijo el muchacho severo-
Más al irse el maestro vino
Un inesperado aguacero

Y una mujer a la puerta
Que llamó con voz dolida:
“¡Recíbanme por clemencia!
Mientras la lluvia termina...”

No puedo –el dijo- es una orden
De no dejar entrar mujer
Espero que me perdones
Así lo manda mi deber...

“¿Más de que deber me hablas
Si así es basado en la inclemencia?
No por gusto se te llama
¡Se trata de una emergencia!”

“Pobre mujer desamparada
Pensó el benévolo joven
Ya debe estar empapada
Y sufriendo un frío enorme”

“Entra pues y sin detenerte
Sigue a aquella choza del fondo
Tendrás allí con que valerte
Cierra y no abras de ningún modo

No abras la puerta por nada
Ni a mí ni a nadie que te pida
Y cuando no caiga más agua
Debes irte enseguida...”

Así lo hizo y ahí encerrada
Se acostó sin ruido alguno
A esperar que se pasara
El repentino disturbio

Más el joven para sí pensó:
“¿Tendrá suficientes frazadas?
¿Sentirá hambre o algún dolor?
¿Estará bien acomodada?

Debo velar por ella ahora
Pues vino a refugiarse aquí
Le preguntaré si está cómoda
Si conseguirá dormir...”

Así pensando fue a la choza
Y le ofreció leche a beber
O si precisaba de otra cosa
Que se lo hiciera no más saber

“Nada, nada necesito...
-Dijo la pobre mujer-
Tengo ya cuanto preciso
Así como estoy está bien...”

“¿Tienes suficientes cobijas?
¿No siente acaso hambre o sed?
Se ha vuelto usted como mi hija
Protegerla es mi deber...”

“Nada, nada necesito,
Así ya está lo más de bien
Le agradezco cuanto hizo
Descanse y despreocúpese...”

“No, no, quizá así me hablas
Por no quererme incomodar
Quiero ver que no te falte nada
Si en algo más puedo ayudar

Abre la puerta para ver
Si es verdad lo que me dices
Quiero confirmar que estás bien
Que nada hay que necesites...”

“No puedo abrirte la puerta
Pues tu mismo así lo pediste
No te preocupes, no hay quejas,
Ya bastante bien me hiciste...”

“¡Abre la puerta te ordeno!
-Gritó casi fuera de sí-
Es un propósito bueno
Por el que actúo así...”

“Abrirte la puerta no puedo
Tu mismo me lo exigiste
Déjame obedecer, te ruego
Esa orden que me diste...”

Al verse así rechazado
Comenzó a quitar el techo
Y entró al cuarto enfadado
Y se acercó a su lecho:

“Bella mujer ¿por qué me niegas
A mi que te dí todo refugio?
¡Cuánto riesgo corrí! ¡Supieras!
¿Y el querer verte ahora es abuso?

Dame espacio al lado tuyo...
Descubre a mí tu bello rostro...
¿Será tu piel suave capullo,
Y cálidos tus negros ojos...?”

Y entonces se alzó del lecho
Siguiendo el pedido suyo
Más al joven tembló el pecho
Al ver parado allí a su guru

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